‘Donde Mueren Las Palabras’ subraya el problema de la depresión y el suicidio al mezclarlo en la cotidianeidad juvenil

Cuatro jóvenes malagueños, amigos desde la infancia, comparten su evolución hacia la madurez en un piso compartido de estudiantes en Madrid. Un punto de partida que forma parte de la cotidianeidad de toda una juventud que marcha ‘a estudia fuera’ y que, propio de los años, mezcla las salidas nocturnas con las obligaciones, los primeros trabajos compatibilizados con las clases, los primeros escarceos amoroso, el tránsito entre la infancia y adolescencia añorada y las obligaciones y responsabilidades que generan los primeros vértigos y cócteles emocionales. A veces llevando a la depresión y, fatalmente, al suicidio.

Este es el eje argumental de “Donde Mueren Las Palabras”, la obra representada anoche sobre las tablas del Auditorio Municipal Maestro Padilla, escrita, dirigida y coprotagonizada por Ángel Caballero y que fue finalista al Premio Nacional de Literatura Dramática en el año 2020. El elenco se completa con ‘los compañeros de piso’ Iván Montes, Alejandro Vergara y Daniel Arias, representando este último el drama silenciado de tantos y tantos jóvenes que hace que el suicidio sea un mal endémico de este tiempo.

Lo más escalofriante de la representación y el problema que plantea la obra, con diálogos muy bien trabajados y nada forzados, es la pasmosa ‘normalidad’ con lo que se desarrolla toda la evolución de los personajes. Desde la despreocupación exterior de la exaltación de placeres al silencio de los sentimientos más profundos e internos, los que pueden acabar minando el ánimo y la mente.

Desde ese punto de vista, los cuatro personajes representan cuatro formas de afrontar el proceso de madurez. Desde el feliz que vive la vida sin echar cuentas al compañero de piso que calla su homosexualidad por temor a ser rechazado por todos sus amigos, el amigo ‘más cabal’ que sin embargo no termina de darse cuenta del problema real de su cuarto compañero, que acabará quitándose la vida.

Con cuatro interpretaciones convincentes, el elenco y el texto consiguen el objetivo de situar el foco y el debate en cómo la comedia gamberra no esconde la encrucijada de un momento vital que puede hacer pasar la alegría desmedida al nihilismo existencial en apenas unas trazas mal dadas. Alegría y dolor en una intensa hora y media de magnífico y sencillo teatro.