Una brutal ‘Divinas Palabras’ brilla en el Maestro Padilla con el mejor teatro español

José Carlos Plaza dirige una espléndida representación, basada en el popular texto de Valle-Inclán, con magistrales interpretaciones corales

Hablar de José Carlos Plaza es abrazar el mejor teatro español. Un genio de la dirección, por sus manos han pasado grandes textos y actores, que ha sabido moldear para sacar lo mejor de cada uno y ofrecer una espléndida puesta en escena, reconocida por crítica y público. Es el caso de ‘Divinas Palabras’, que por enésima vez pasea por España, y a cuyo texto de Valle-Inclán da una nueva vuelta de tuerca para ofrecer una dramaturgia brutal, descarnada, instintiva y, curiosamente, muy bella, la cual mantiene expectante al público de principio a fin.

El Auditorio Maestro Padilla acogió anoche, sábado, uno de los momentos cumbres del Otoño Cultural que programa el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería, y lo hizo con un elenco de magníficos actores, todos con un currículo brillante ganado a pulso sobre las tablas, lo que no implica que algunos, como María Adánez, también sea reconocida por la popularidad de la televisión. Un reparto formado por María Adánez, Ana Marzoa, Carlos Martínez Abarca, Alberto Berzal, Consuelo Trujillo, Diana Palazón, Chema León, Luis Rallo, José Luis Santar, María Heredia y Javier Bermejo. Los once actores y actrices estuvieron brillantes.

La historia se centra en Mari Gaila (María Adánez), casada con un sacristán, al que le es infiel, y que sale a las plazas con el hijo de su cuñada fallecida, enfermo, en un carromato, expuesto como si fuera un espectáculo de feria, para conseguir dinero para la familia. La tragicomedia enseña lo peor del ser humano: fanatismo, barbarismo, codicia, avaricia y lujuria, que interpretan de forma brillante en una mezcla entre lo trágico, dramático, cómico y grotesco.

La puesta en escena gira alrededor de un tapiz, movido por poleas, que dibuja los diferentes espacios sobre los que se focaliza la acción, y lo mismo se convierte en el telón de fondo, como en la casa de cuyas ventanas salen los aldeanos, o son las paredes de la vivienda del sacristán que sufre por la vida alegre de su amada.

La obra ofreció una modernísima visión del concepto teatral, donde los espacios se multiplican y donde el realismo, el esperpento, lo arcaico o lo esotérico se mezclan, produciendo un autentica borrachera de imágenes. Todo ello unido a los comportamientos y emociones de los personajes, sórdidos y miserables, que envuelven, revuelven y hacen pensar.

Una representación de ‘Divinas Palabras’ claramente agresiva, a veces brutal. Inmersa en las raíces de un pueblo que, sin perder su pasión, se comporta con el instinto y no con la razón. Un instinto deformado que lleva a cometer acciones inimaginables y que corroen los pilares de una sociedad burguesa, retrógrada y castradora. Y todo ello a través del ácido humor negro de Valle-Inclán.

Dos horas de teatro de verdad, auténtico, sin máscaras, que fue muy aplaudido por el público en el Auditorio Maestro Padilla y llevó a los actores a salir varias veces a escena a recibir las felicitaciones de los numerosos asistentes. Bravo.