18. Sendero Cordel de La Campita – Vereda del Caballar
Sendero lineal de 12,2km, según datos de Panel de Inicio y 11,4km (según datos tomados por Técnicos de Senderos del Club de Montañismo Cóndor). Con 374 metros de desnivel, que transcurre por el Cordel de La Campita y La Vereda del Caballar, con un grado de dificultad alto, y uda duración (ida) de 5 horas. Discurre por las estribaciones de Sierra Gador que desembocan en la ciudad de Almería, ofrece una vistosa panorámica de la Bahía de Almería y Sierra Alhamilla. Un pequeño tramo del sendero coincide con el PR-A 433 La Peseta – Camino Enix.
Las vías pecuarias de Andalucía conforman la red de caminos ganaderos de mayor longitud del territorio español (25%). Sus más de 30.000 km constituyen un legado histórico que nos devuelve unas costumbres y modos de vida pasados. El itinerario que le proponemos une las vías pecuarias Cordel de la Campita y Vereda del Caballar. Más allá de su función ganadera, estos caminos se han utilizado por mineros, arrieros, pastores, etc. Un caleidoscopio de vida sobreviviendo en la aridez de este macizo costero del que se ha extraído plomo desde la antigüedad. La explotación minera en la Sierra de Gádor sustentó, en el siglo XIX, a más de 20.000 mineros y 10.000 jornaleros. La minería trajo riqueza al lugar, pero también supuso la deforestación de prácticamente toda la sierra. Ahora es usted quien recorre estos caminos. Comprobará la dureza de las condiciones de vida y descubrirá las secuelas de aquella actividad.
Extreme la precaución en los barrancos y cruces de ramblas en periodos de lluvia. No encontrará agua ni sombra, por lo que recomendamos evitar recorrerlo en verano y en días calurosos. Existen numerosos pozos abandonados, riesgo de caídas y peligro de insolación. No abandone el trazado señalizado y sea respetuoso. Sepa usted que atraviesa por el hábitat natural de especies muy frágiles, como la alondra de Dupont (Chersophilus duponti), el caracol chapa (Iberus gualterianus gualterianus) o el arto (Maytenus senegalensis), todos ellos seriamente amenazados. El patrimonio natural des esta sierra propició su reconocimiento internacional como Zona Especial de Conservación Sierras de Gádor y Enix.
RECORRIDO:
Comenzamos el sendero en el Panel inicial (1), ascendiendo por la Senda de Pecho Colorao, y andados unos novecientos metros nos encontramos el Mirador desde donde podemos ver una panorámica de la Bahía de Almería (2). Continuamos la subida, siempre con la máxima precaución, especialmente por la existencia de numerosos pozos abandonados que no están señalizados. Nos encontramos un atril (3) en el que nos explica la actividad minera que existió en esta sierra dejando una profunda huella. Continuamos por el Bancalico de Las Flores, encontrándonos una flecha direccional (4), andados unos cuatrocientos metros nos encontramos una señal de peligro de la existencia de pozos mineros (5). Cruzamos Rambla Belén, ascendiendo hasta el Paraje del Cortijo de la Fuente de la Higuera, donde nos encontrándonos una similar señal de peligro (6). Continuamos dirección Oeste, y a unos quinientos metros nos encontramos un camino (7), que desciende del citado cortijo. Aquí encontramos un panel informativo, además de una flecha direccional que nos indica la dirección Sur que debemos tomar. Andados un kilómetro y setecientos metros (este tramo coincide con el Sendero “PR-A 433 La Peseta – Camino de Enix) hasta encontrarnos una nueva señal direccional (8) y un nuevo panel informativo (9). En este punto dejamos el camino y descendemos por la pista que hay nuestra derecha (donde se encuentra el panel) que se va convirtiendo en vereda. Pasados unos ochocientos metros nos encontramos un atril (10) en el nos muestra la restauración hidrológica-forestal para la lucha contra la erosión, encontrándose en el barranco que nos acompaña a nuestra izquierda diversos ejemplos que podemos contemplar (11).
Llegamos al Cortijo de Cuevas Negras (ruinas) (12) y (13). Continuamos descendiendo por la vereda hasta llegar al Mirador “Panorámica Vereda del Caballar” (14), desde donde podemos disfrutar de unas excepcionales del barranco del mismo nombre y de Almería y su bahía. Nos queda poco para llegar al Panel que nos indica el final de este Sendero (15).
(2) PANEL PANORÁMICA DEL CORDEL DE LA CAMPITA
Frente a usted la sierra descarnada, la ciudad de Almería y la inmensidad azul del Mediterráneo. Un instante en el tiempo geológico, pues este paisaje no siempre fue así. Durante millones de años, todo este territorio estuvo cubierto por un antiguo océano tropical. Los caparazones y esqueletos de los organismos que habitaban en aquellas aguas se depositaron formando capas sucesivas de estratos.
Durante la transformación de estos sedimentos marinos en rocas, se concentraron elementos como el plomo, el azufre y el zinc. Mucho después, hace unos 7 millones años, emergió del mar la mole caliza sobre la que se encuentra usted. La generosa presencia de aquellos metales constituyó la riqueza de Sierra de Gádor, y también constituyó su depredación.
A pesar de que la industria minera esquilmó los inmensos bosques que tapizaban el macizo, en la actualidad, este espacio natural alberga una gran biodiversidad. Hay catalogadas cerca de 2.000 especies de plantas y numerosos endemismos, que le han valido su denominación de Zona de Especial Conservación (ZEC) y el reconocimiento internacional como parte de la Red Natura 2000.
En las ramblas pedregosas y en los barrancos más cálidos, se encuentran una serie de matorrales espinosos como el arto (Maytenus senegalensis) y el azufaifo (Ziziphus lotus), que se distruyen a modo de islas de vegetación. Estas islas constituyen un ecosistema único que enriquece el suelo, suaviza las condiciones tórridas y secas del entorno, y sirven de alimento y refugio a numerosas plantas y animales.
Especies amenazadas como la alondra de Dupont (Chersophilus duponti), el caracol chapa (Iberus gualterianus gualterianus) y el azafrán del Cabo (Androcymbium gramineum), o endemismos como la jarilla almeriense (Helianthernum almeriense) o la zahareña (Sideritis hirsuta), sobreviven al abrigo de estas formaciones.
(3) LA ACTIVIDAD MINERA DEJÓ UNA PROFUNDA HUELLA EN LA SIERRA DE GÁDOR

El plomo en la Sierra de Gádor resultó decisivo en el crecimiento y desarrollo de Europa, en el siglo XIX. De esta sierra se llegó a decir que tenía más plomo que piedras. La ausencia de agua (el mayor enemigo en la minería de metales), la pureza del mineral y la proximidad al mar facilitaron su explotación. Una explotación que siguió un patrón de pequeña minería autóctona: minifundio, improvisación y precariedad de medios de extracción.
Si mira alrededor, distinguirá los vestigios mineros, como calvas del terreno, salpicando la sierra. Cada uno de estos restos corresponden a la explotación particular de una familia: la ruina de una diminuta vivienda, un montículo de escombros, un pozo minero. Barrenas, mazos, picos y espuertas son algunos de los utensilios que empleaban los mineros para extraer el mineral. Un trabajo y unas condiciones de vida extremas.
Mineros, arrieros, aguadores, jornaleros, pastores, familias enteras, gallinas, ganado, bestias de carga, la vida descarnada bullía aquí mismo, donde está usted, en un entorno cada vez más árido. En su origen, la Sierra de Gádor estaba cubierta por interminables bosques de encinas, bosques propios de ambientes mediterráneos. Las necesidades de madera como combustible para la industria minera supuso, como puede usted comprobar, la deforestación de prácticamente toda la sierra.
(10) SANANDO LAS HERIDAS DE LA TIERRA. RESTAURACIÓN HIDROLÓGICA-FORESTAL


Durante milenios, la Sierra de Gádor estuvo cubierta por extensos bosques de encinas, perfectamente adaptados al clima mediterráneo, en los que la vida fluía en todas direcciones. En unas cuantas décadas, la explotación minera de la sierra deforesto por completo aquellos bosques. Hasta los matorrales se utilizaron, cuando ya no quedó ni un árbol, para calefacción, edificaciones y combustible de la industria minera.
El deterioro de la cubierta vegetal y del suelo no solo quebró el equilibrio biológico de esta sierra, también rompió su equilibrio hidrológico. Las consecuencias inevitables fueron los procesos erosivos, las inundaciones y las avenidas, que arramblaban la ciudad de Almería.
Restablecer el equilibrio natural y mitigar la erosión y los fenómenos torrenciales son precisamente los objetivos de la restauración hidrológico-forestal, constituyendo así la primera línea de defensa de la ciudad frente a las avenidas. ¿Y cómo se hace?. Reforestando y tratando la vegetación de la cuenca para asegurar su acción protectora, de un lado. Y de otro, en los cauces, construyendo obras hidrológicas, cómo el dique tiene usted al lado, que frenan y retienen los materiales sólidos que arrastran las avenidas.

(14) PANORÁMICA VEREDA DEL CABALLAR
Dicen que lo esencial es invisible a los ojos. Si tiene un momento, le mostraremos que no tiene por qué ser así para quien sabe mirar. Desde donde se encuentra ¿qué ve usted? Probablemente: la pobreza de un suelo seco y pedregoso, la lechosa desnudez de las laderas, la aridez de un sol sin paliativos, un barranco, una rambla, la ciudad al fondo y, en un día claro el mar.
Verá, la Sierra de Gádor está compuesta por dos tipos principales de roca: las filitas y, con mayor abundancia, las calizas. Las filitas son rocas muy blandas, impermeables y de textura pizarrosa. El agua las excava fácilmente creando ramblas, barrancos, vaguadas. Es más fácil distinguir dichas estructuras que la propia roca.
Las calizas tienen un característico color claro, son muy resistentes a la erosión y permeables a un agua que las penetra por poros y grietas. Su presencia indica la existencia de aguas subterráneas. De hecho, los acuíferos de la Sierra de Gádor son la principal fuente de suministro de Almería. Las paredes, cerros y salientes que tiene delante son de este material.
Entre los componentes de Sierra de Gádor, también se encontraban oro y plata, y plomo y azufre atesorados en sus entrañas. Una riqueza que supuso la devastación de millones de árboles y plantas que cubrían la sierra en interminables bosques de los que no quedó nada, solo aridez y roca descarnada. Sin embargo, los animales y plantas adaptados a estas condiciones extremas forman valiosos hábitats naturales.

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