Pepa Rus borda la tragicómica ascensión de los infortunados en el monólogo ‘¡Viva La Pepa!’

El escenario del Apolo recibió anoche una nueva propuesta teatral enmarcada dentro de la programación de primavera del Área de Cultura

Una llamada de atención de los infortunados, los desheredados, los olvidados, los que más que vivir la vida, la sobreviven. La obra monólogo ‘¡Viva La Pepa!’ conquistó anoche el Teatro Apolo de la capital con la magistral actuación de la actriz gaditana Pepa Rus, que encarnó el papel de una tocaya que simboliza las penurias que la sociedad parece olvidar mientras quienes viven en los focos, la purpurina y las comodidades disfrutan en su impermeable cercado. Se trata de una producción de Pentación Espectáculos, Deleite Producciones y Juan Luis Iborra, que forma parte de la programación de primavera puesta en marcha por el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería.

A partir de un texto de Juan Luis Iborra, que la dirige, y Sonia Gómez, Pepa Rus despliega algo más de una hora de andanzas de dicha y desgracia, desde el momento en el que se convierte en una heroína por salvar a un águila casi única en el mundo que está atrapada en una palmera de su Melilla y que, sin embargo, tras vivir los agasajos de convecinos, prensa, Ana Rosa Quintana incluida, y sociedad, Casa Real incluida, acaba siendo olvidada y sin que sus problemas, al borde de la mendicidad, siendo madre soltera de mellizos y sin empleo, encuentren solución.

Entre la comedia más costumbrista en la narración de su visita a la Casa Real para recibir la medalla del Mérito Civil por su gesta, se colaba también la pena y desencanto de los grandes contrastes, de los orígenes humildes de una hija de madre marroquí, ‘la Mojama’, y de padre catalán, ‘el Dátil’, por tener como oficio ser ‘culero’. En ese juego de roles diametralmente opuestos, la risa se convierte en tragicomedia por esos contrastes. Nunca perderá la sonrisa.

Finalmente, Pepa, el personaje, se lanza a cumplir la idea de una amiga y decide presentarse a las elecciones locales de Melilla. Un tramo en el que quien recibe las bromas, escarnios y las puyas es el mundo de la política. Desde las listas familiares, hasta la alternancia por la paridad, pasando por las confecciones de diseño para contentar a todos los colectivos. Le mueve la fe de que, pese a no tener ningunos estudios y no estar preparada, ella quiere ayudar a todos sus vecinos que lo pasan tan mal.

Un excelente trabajo de la actriz, con un punto de corrosiva ironía, que toda la obra se desarrolle con la valla de Melilla de telón dice mucho, entre la ingenuidad y llaneza del texto. El teatro más esencial.