León Benavente sube a su noria de distorsión, electrónica y nocturnidad al público de un Auditorio entregado a la causa

La banda liderada por Abraham Boba arrasó ayer en su concierto en el Maestro Padilla con un sonido y una actitud sobresalientes

Treinta segundos. Ese es el tiempo exacto que tardó el público que abarrotó anoche el Auditorio Municipal Maestro Padilla en levantarse de sus asientos y ponerse a bailar con la energía musical de León Benavente. Un concierto que, enmarcado en la gira de presentación de su último trabajo discográfico de estudio, el tercero, ‘Vamos a Volvernos Locos’, también pertenecía a la programación del Invierno Cultural puesta en marcha por el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería y a las actividades que Cooltural Fest desarrolla a lo largo del año.

Y llegó a ese tiempo, y no antes, porque la canción escogida, ‘Cuatro Monos’, la que abre precisamente su último disco, tiene una entrada progresiva porque, si no, hubiese sido menos. Quien lo probó lo sabe. Los directos de León Benavente son como una bajada por los rápidos de un río, como una descarga eléctrica de alta tensión. Su sonido repleto de rock y bases electrónicas contundentes encienden pasiones, como ocurría con ‘Amo’ o la creciente y turbia ‘Como La Piedra Que Flota’.

Prendida la mecha, era el momento de echar la vista atrás y, todavía con la carrera del arranque, pasear por la colosal ‘La Ribera’, recordar que ‘Se Mueve’ y levantar un poco el pie del acelerador, pero solo como un ‘Estado Provisional’. Fue el punto de inflexión que los conciertos completos, y no los limitados en el tiempo por el horario festivalero, permiten, jugar con las dinámicas, y es lo que hicieron con ‘Tu Vida En Directo’, ‘Ánimo, Valiente’ y ‘Mano de Santo’, con la que Abraham Boba, vocalista y encargado de percusión electrónica, recordó su primer paso por la ciudad, en la sala Madchester.

Escoltado a la perfección por el multi-tarea Eduardo Baos en bajo y sintetizador, por Luis Rodríguez en las guitarras eléctricas y un incansable César Verdú a la batería, León Benavente volvió a poner la maquinaria a la máxima potencia en una amplísima traca final, donde parecía que toda la canción iba a generar la explosión definitiva. ‘Volando Alto’ era el despegue, que continuaría con ‘No Hay Miedo’, la muy mejorada en directo ‘Aún No Ha Salido El Sol’ y las añejas ‘Tipo D’ y ‘California’.

En esos momentos, la escenografía, cubierta entera por el telón de fondo y laterales con una sugerente cortina plateada, se convierte en una nave espacial de la que es imposible no sentir un poder hipnótico. Como si de la llamada de cualquier ovni espacial se transformara en música y ritmos trepidantes. Así, el repertorio culminaría, antes de los bises, con la furia de ‘Disparando a los Caballos’, auténticamente desbordante, y la esperada ‘Ayer Salí’. Humo, neón y vueltas a la cabeza y al sinsentido vital cuando no se hace lo que se quiere… o se espera más de lo que se debe.

Para el cierre final, ‘La Canción del Daño’ ofreció el gélido retrato de la soledad social: estar siempre ‘en línea’, revisar correos, digerir información, vidas ajenas. Un tema en el que quizá se les note la influencia de ser la banda que acompaña con asiduidad a Nacho Vegas. Eso sí, los dos premios principales se reservaron para empujón final, ‘Ser Brigada’, donde aparece como inspiración el desierto de Almería, y ‘Gloria’, el viaje en la noria final.

Así, León Benavente confirmó anoche en Almería que es una banda imprescindible en directo y que tienen mucha más actitud rock y punk en sus puestas en escena que los que sacan pecho en ambos géneros.