‘La Confluencia’ emociona en cada paso, nota y palabra con la intensa ‘Prófugas’

El Apolo se llena para vivir la fusión de la danza, música y teatro, hilo conductor de la representación de este colectivo escénico

Brillante. Emocionante. Intensa. Así fue la representación de ‘La Confluencia’ en el Teatro Apolo. Dos puestas en escena, ‘N392 Camille Claudel’, con texto de Germán Jiménez, y ‘Diario de una prófuga’, de Juana Escabias, unidas bajo el título de ‘Prófugas’. Un abanico de artes enlazadas, diferentes lenguajes, bajo la premisa del buen hacer y el gusto estético. Danza, hilo conductor de la narración, música y teatro, para hacer estremecer al público con la fuerza que transmiten en cada paso, cada nota o cada palabra. Un gran trabajo, de nuevo, del colectivo ‘La Confluencia’.

La bailarina Leticia Valle lleva el peso de la primera parte de la obra, en la que derrocha un gran despliegue físico para transmitir el desgarro que sentía Camille Claudel, que pasó los últimos treinta años encerrada en el manicomio de Montdevergues. Allí murió en 1943. Olvidada por todos. Fue enterrada en una tumba sin nombre, bajo el número 392. Casi medio siglo después sus obras renacieron y asombraron. El mundo tardó en reconocer a la escultora más allá de la amante de Rodin. Ese viaje emocional ha sabido dibujarlo a través de la coreografía con la que el público empatiza con un personaje atrapado en las cuatro paredes imaginarias del Apolo. A su lado la percusión y las sombras de Chencho Nzo.

La segunda pieza, coral, centra el protagonismo en la palabra. ‘Ella’, la protagonista de ‘Diario de una prófuga’, es una mujer que huye de su vida. Es la historia de una mujer que ha perdido a su marido. Vivir desata en ella el remordimiento. No poder devolver a la vida al ser que perdió remueve en ella la culpabilidad. Prefiere escapar, huir del hecho de que tiene que vivir, aposentarse en el pasado. Los actores Ascensión Rodríguez y Antonio Gómiz saben transmitir el tiempo, los silencios, los gestos y generar la complicidad necesaria. Junto a ellos de nuevo la danza de Leticia Valle.Y abrigando la obra, la música del gran Juan Manuel Cidrón, incluyendo una instalación sonora sobre el escenario.

El Colectivo La Confluencia sabe fusionar la danza, el teatro y la música para que fluyan con naturalidad y sean el hilo conductor a través de las cuales contar historias, en este caso el de las prófugas. Brillantes, como así les reconoció con sus aplausos el público que llenó el Teatro Apolo.

El colectivo escénico La Confluencia nace a raíz del espectáculo ‘Mudanzas’. Aunque sus integrantes hayan trabajado juntos anteriormente en otras compañías de teatro profesionales, en 2014 deciden constituir este colectivo con el leitmotiv de confluir en sus montajes varios lenguajes artísticos como la poesía, la danza, la pintura y la música. En estos años han estrenado otras obras como ‘Mujeres encontradas’, sobre la obra escultórica, poética y fotográfica de Fernando Beltrán, ‘N392 Camille Claudel’ o ‘Nunca El Silencio’, sobre Conchita Robles.