Jeromo Segura y Ramón Arroyo reviven en el Teatro Apolo los legendarios encuentros de Paco Toronjo y Jesús Quintero

El Teatro Apolo se sumergió anoche en un túnel del tiempo de emociones y recuerdos con el Homenaje a Paco Toronjo que lidera el cantaor onubense Jeromo Segura en el que, acompañado por Ramón Arroyo en el diálogo, las guitarras de Ramón Jesús Díaz, José ‘el Niño del Laúd’, Pepe Carrera, Pedro Juan Díaz y Manuel de la Luz y las panderetas de Isabel, Paula y Mercedes. Era una cita de la programación de primavera puesta en marcha por el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería, que en este caso sirvió para conmemorar el 42º aniversario de la fundación de la Peña El Morato, con las localidades completamente agotadas desde hace varias semanas.

La presidenta de la peña, Lola de Quero, fue la encargada de dar la bienvenida. Quiso agradecer en primer lugar el trabajo y apoyo brindado desde el Área de Cultura y Educación para, a continuación, recordar que “la peña El Morato nació para el disfrute, difundir y hacer grande el flamenco y así lo hemos hecho tanto en nuestra magnífica sede, como llevando el flamenco a asociaciones de vecinos, centros de la Tercera Edad, hospitales, colegios, centros penitenciarios de adultos y jóvenes, en actos de la Universidad… Y podemos decir que nuestra peña tiene una gran cantara de jóvenes que sigue queriendo mantener esta pasión”.

Tras sus palabras, llegó el momento de Jeromo Segura y su espectáculo donde rinde homenaje, que no imitar, aunque muchas de las tesituras, gestos y maneras son indiscutiblemente similares a las de Paco Toronjo, al irrepetible cantaor, fallecido hace ahora 25 años.

Para ello, Segura ha ideado un espectáculo en el que se recrean cuatro momentos históricos que Toronjo dejó registrados de forma audiovisual. Sus entrevistas con Jesús Quintero tanto en el programa ‘El Perro Verde’ como en ‘El Vagamundo’, el reportaje donde se le ve caminando por la calle Real onubense junto al propio Quintero, visiblemente afectado por un alcohol al que se abrazó sin ambages durante toda su carrera, y finalmente un cuarto bloque basado en la grabación realizada en 1974 en el patio de la familia Borrero Ochoa en el Alosno.

Jeromo Segura, aunque quiera quitarse el imponente peso de imbuirse en la piel de Paco Toronjo, sí que sale victorioso de muchas tandas de fandangos, palo del flamenco que el maestro convirtió en cante grande, considerado un género menor dentro del cante hasta entonces. Los cantó de más de cuarenta tipos, brillando cuando le daba aires de seguiriyas y por la intensidad de unas letras que podían ser de cante a la sierra, el llano y el mar, o su amor por Andalucía y los artistas andaluces, también bíblicas o, sobre todo, las más personales, donde sacaba toda la pena interior de una vida marcada por sus excesos en la barra y la tragedia de haber perdido a una madre, a un hermano y a un hijo en menos de dos años.

Todo ese torrente interno y emocional queda revivido y de qué manera en la recreación de aquellas entrevistas de Jesús Quintero, inolvidable en sus formas de preguntar y callar, de liberar y abrir cajones bien cerrados en el interior de sus protagonistas.

Por eso, el Apolo vivió ayer la magia del viaje en el tiempo, evocando la templanza de Quintero y el torrente de amargura e idiosincrasia de un cantaor de leyenda.