Ginés Valera enmarca el contexto histórico, político y social de Los Coloraos, en el sentido homenaje de la ciudad

Gines Valera, abogado de formación, es de facto un cronista de la historia de Almería, un auténtico divulgador del patrimonio de la ciudad, y como tal ha centrado su discurso, hoy, como orador del Homenaje a Los Coloraos en poner en contexto, político, histórico y social, a aquellos 22 liberales que el 24 de agosto de 1824 fueron fusilados en la Rambla de Belén, en su aspiración de recuperar la vigencia de la Constitución de Cádiz frente al absolutismo. Uniformados con casacas rojas murieron en defensa de la libertad, el mismo color que ha predominado durante esta ceremonia enmarcada dentro de #AlmeríaEnFeria.

Con un acto institucional en un repleto salón de plenos y el emocional frente al monumento donde se han depositado coronas y rosas rojas, seguido de la interpretación de La Marsellesa por la Banda Municipal, Ginés Valera ha explicado la decisión de que “a partir de 1841 se celebraría todos los 24 de agosto el solemne aniversario en conmemoración de los mártires de la libertad, con redoble de campanas, misa solemne de réquiem a la que asistían autoridades civiles y militares y una lacónica alocución recordando el sacrificio de aquellos héroes, excitando a la imitación de sus virtudes cívicas, desfilando la milicia en columna de honor por delante del sepulcro”.

En la presentación del orador, la alcaldesa en funciones, María Vázquez, ha reafirmado “el compromiso del Ayuntamiento de Almería con los valores de la libertad y los derechos políticos y sociales que iluminaron aquella intentona liberal, en lo que ha acabado convirtiéndose en una tradición que es popular y solemne, porque a todos nos atañe, porque a todos nos incluye y porque a todos nos representa”. A su vez, la primera edil ha señalado que “el Monumento junto al que hoy volverán a sonar los himnos preceptivos y sobre el que se ha depositado una ofrenda floral, simboliza el reconocimiento de todos los almerienses, sin distinción, a los miembros de aquella expedición que arriesgó y perdió su vida por la causa suprema de la Libertad. Y también, por extensión, a cuantos han asumido en Almería el máximo sacrificio por su compromiso vital, ético y político”.

Orador

En su alocución, Ginés Valera ha realizado un recorrido por este histórico acontecimiento, enmarcando el contexto político y social de España y Almería para explicar el trágico desenlace. El divulgador ha buceado en la historia afirmando que “numerosos españoles liberales, políticos y militares purgados por los fernandinos debieron exiliarse fuera del país a Tánger, Portugal o las Américas, destacando Gibraltar, con una amplia colonia de comerciantes, próxima a Andalucía que fue siempre muy liberal. A lo largo de 1824, los deportados recababan recursos para organizar desde el Peñón insurrecciones armadas para proclamar la libertad a imitación de la del desafortunado Riego, procurando que el pueblo se adhiriera y aclamara con apoyo sobre todo de la ‘Santa Hermandad’ en la que se integraban carbonarios, comuneros y masones. Inglaterra también favorecía a los insurgentes porque convenía a sus intereses económico que Fernando VII distrajera tropas y medios para sofocar los levantamientos en la Península y no enviarlos a las Colonias americanas a combatir la independencia”.

El orador ha seguido su explicación: “Se decidieron dos expediciones desde Gibraltar para restablecer la libertad y el espíritu y la Constitución de 1812: una atacaría Málaga y otra partiría a Almería con posibilidad de llegar a Alicante… Pablo Iglesias se hizo a la vela del bergantín ‘Federico’ con 45 liberales, la mayoría militares con graduación y el falucho del contrabandista ‘Borrasca’ rumbo a las aguas de Almería durante la noche del 6 a 7 de agosto de 1824, pertrechados con dinero, 1.600 fusiles y casacas encarnadas a la inglesa y pantalones blancos. El 13 arribaron a Roquetas y fueron avisados por una delegación de que los militares de Almería no se sumarían a la revuelta. Desembarcaron el 14 cerca del Andarax, donde les esperaban dos oficiales, treinta infantes y ocho caballos. Con todos formó una columnilla de 80 hombres. A las tres de la mañana, cuando faltaba para llegar a Almería una tercera parte de camino, rompió fuego el bergantín sobre la batería del Mar. Redoblaron pasos, para llegar al tiempo en que debía franquearse la Puerta del Sol, pero al llegar al arrabal cerca del muro, comprobaron asombrados que faltaba la cooperación prometida”.

¿Por qué no se abrieron esas puertas? Según Ginés Valera, “en 1824 Almería era una ciudad amurallada, con guarnición estable y dos potentes baterías de Costa situadas en el baluarte de San Luis y la Santísima Trinidad. Al haber delatado días antes a los conspiradores el desairado militar francés Housson de Tours por no ser el jefe de la expedición, alertado ya el ministro de Justicia, decretó pena de muerte para quienes participasen en revueltas armadas contra Fernando VII. Fueron así arrestados en Almería en las vísperas del ataque unos 30 liberales exaltados, como el cabecilla Joaquín Vilches. Además, hubo amenazas por las autoridades realistas y se aterrorizó a la población diciendo que los contrabandistas aliados con los liberales recuperarían un alijo que les habían aprehendido, saquearían la ciudad y pasarían a cuchillo a todos realistas y sus familiares. Por ello el gesto de los liberales fracasó y el pueblo no se sumó a la revuelta”.

Entre los asistentes se encontraban el consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, Ramón Fernández-Pacheco, el presidente de la Diputación, Javier A. García, la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Almería en funciones, Aránzazu Martín, y el subdelegado del Gobierno de España, José María Martín, así como representantes de asociaciones, colectivos y vecinos.

Diferentes emplazamientos del Monumento

La intervención del orador ha concluido con una crónica de los diferentes emplazamientos del del Monumento con el que se les rinde homenaje. “La Corporación liberal de Almería en 1837 decidió homenajear desde entonces a los prohombres de la libertad y que sus restos fueran depositados en un digno mausoleo para eternizar su memoria por los siglos. Se levantó extramuros, cercano al cementerio que idearon los franceses, de la Ermita de Belén y de la Rambla (hoya Calle Zagal). Diseñado por el arquitecto Juan Prats, era sencillo, con tres peldaños escalonados, un pedestal cuadrangular con dos lápidas, una con los 26 nombres de los fusilados”.

Tras el triunfo de la Gloriosa Revolución de septiembre de 1868, se consideró que el monumento funerario de Belén ya no reunía las condiciones necesarias para las grandes funciones cívico religiosas liberales triunfantes frente a la Monarquía vencida. “La primera piedra de la nueva columna conmemorativa la colocó en la Plaza de Cádiz (hoy Puerta de Purchena) el hacendado Ramón Orozco el 22 de octubre de 1868, presidente de la Junta Revolucionaria en Almería y en numerosas ocasiones Diputado en Cortes”.

Al ser necesario mejorar la circulación en la Puerta de Purchena, se trasladaron en procesión las cenizas de los Mártires a un nuevo monumento en la Plaza Vieja, terminado el 15 de agosto de 1900.

Décadas después, para hacer méritos ante la inminente llegada a Almería del General Franco, el 6 de marzo de 1943 el delegado de Falange enviaba al Alcalde de Almería, Navarro Gay, un requerimiento instando a que desapareciese. De modo que el deteriorado Pingurucho fue desmontado y trasladado a la Plaza Pavia, con intención de que se erigiera de nuevo cerca del lugar donde fueron fusilados los desdichados. Durante el franquismo, el sacrificio de Los Coloraos ya sin Pingurucho cayó en la indiferencia. Tan solo se celebraban con gran boato junto a la Plaza Vieja, en la Cruz Langliana de Mármol negro del Jardín Convento de las Claras los homenajes a los caídos por Dios y por España, hoy también sin memoria.

Ginés Valero ha seguido la cronología indicando que “con la llegada de la democracia, el 24 de agosto de 1988 siendo Alcalde Santiago Martínez Cabrejas y concejal de Cultura Fernando Martínez se inauguró en la Plaza de la Constitución el nuevo Cenotafio financiado por el Ayuntamiento y en parte por donativos particulares. Con una altura de 18,50 metros y unas 150 toneladas de peso, está tallado en mármol blanco de Macael”.

El orador ha concluido proclamando “¡Honor y gloria a los Coloraos y a todos los que han derramado su sangre a través de los siglos para que disfrutemos de los derechos fundamentades y libertades públicas!”.