El remodelado Cerro de San Cristóbal luce y hace sentir el flamenco con Aquilino García y Plazeando

Tras las citas de los días 7 y 13 de julio, el ciclo, que se enmarca dentro del 54º Festival de Flamenco y Danza de Almería, concluirá su terna el próximo 20 de julio en la Plaza San Roque

El secreto del éxito de Plazeando reside en disfrutar de los valores emergentes del flamenco local en lugares con encanto del casco histórico de la ciudad. Ayer, ambas premisas brillaron con fulgor deslumbrante en la segunda de las citas del ciclo de este año, con el joven cantaor Aquilino García en el remodelado Cerro de San Cristóbal, que permitió disfrutar del recital con un telón de fondo espectacular, como es la vista completa de la ciudad y el Mediterráneo. Una propuesta del Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería, en el marco del 54º Festival de Flamenco y Danza de Almería.

En este enclave privilegiado de la ciudad, la propuesta de Aquilino García fue más vibrante si cabe, sumándose a las crecientes facultades del cantaor, que abriría su actuación con la plasticidad de los cantes de Cádiz, por alegrías. Acompañado por la guitarra de Antonio García y las palmas de Juan Andrés Heredia y Tony Santiago, Aquilino se sumergiría sin miedo alguno en cantes más jondos, como los tarantos de la tierra y la seguiriya, demostrando que la juventud no está reñida con el conocimiento y manejo de los ‘palos grandes’ del flamenco.

A modo de interludio, el guitarrista Antonio García interpretaría una ágil rondeña, para dar paso a uno de los momentos más divertidos de la velada, una generosa tanda de tangos donde fueron invitados al escenario el cantaor Diego del Cachote, que protagonizará precisamente la última cita de Plazeando el martes, 20 de julio, a las 21.00 horas en la Plaza San Roque, y su hermano, Antonio García ‘El Genial’.

Con el público entregado a la causa y satisfecho por disfrutar de la inauguración del Cerro de San Cristóbal como espacio escénico con el mejor flamenco, la actuación terminó con una generosa tanda de fandangos naturales, donde la potencia y lo bien hilado fue el denominador común, hasta acabar interpretando el último de ellos a capela.